“La Corbata”, título que juega con el doble significado del término como prenda de vestir y proscenio del escenario, es, simultáneamente, teatro costumbrista, ensayo sociológico, reflexión existencial y estudio sobre la naturaleza humana.

La genialidad de “La Corbata” estriba en que -como en toda la oceánica obra de Alfonso Paso- la reflexión profunda está iluminada por la ironía y el retruécano, el drama está atemperado por la parodia desternillante o por la sonrisa benévola, y el retrato de la mezquindad humana está suavizado con tintes risibles y caricaturescos.
Sólo Alfonso Paso hubiera podido conseguir que el más descarnado retrato de la sociedad española de mediados de siglo veinte fuese, además, una comedia amena y un divertimento agridulce.
Lejos de maniqueísmos anacrónicos y de dialécticas obsoletas y tendenciosas, Alfonso Paso centra el foco en esa tierra de nadie de los estamentos sociales, la clase media, que viene siendo el blanco de los golpes y el amortiguador de las tensiones de las otras dos.

Es imposible no admirar la maestría y habilidad de Alfonso Paso para tratar temas tan espinosos como la adicción a las drogas – los ricachones trivializan el abuso de tranquilizantes y estimulantes-, la promiscuidad sexual, la especulación inmobiliaria, los abusos de los poderosos o la actividad de organizaciones marxistas en una clandestinidad tolerada y, a la postre, dirigida por una oligarquía presuntamente disidente.

Aunque “La Corbata” fue, obviamente, escrita para ser representada y no para ser leída, la complejidad y coste de su puesta en escena y la cada vez más fanática dictadura de la sectaria corrección política, hacen que contemplar sobre las tablas esta obra maestra sea, hoy por hoy, un empeño inalcanzable.

Por eso es tan de agradecer que, gracias al generoso patrocinio de un mecenas y a la incansable labor de Almudena Paso en la preservación y promoción de la obra de su padre, puedas tener este libro en las manos.

Espero que disfrutes tanto como yo con su lectura.

[Extracto del Prólogo de J.L. Antonaya]